lunes, 25 de noviembre de 2013

LA PROGRESIVA PÉRDIDA DE LA IDENTIDAD

Hoy estoy aprovechando los 5 minutos que me robé de la tarea de mi hija para compartir estas letras, como les dije en la entrada anterior, las tenía guardadas por allí, espero que lo disfruten.


La progresiva pérdida de la Identidad

Durante la infancia nos debatimos entre nuestro primer nombre, el segundo o todos los diminutivos que nuestra familia y amigos se empeñan en ponernos, escuchamos siempre la lucha constante de nuestras madres para que usemos también nuestro segundo apellido por aquello del sentido de propiedad, y nos pasamos nuestra adolescencia probando millones de firmas porque siempre estamos apurados por crecer y ocupar un lugar en el mundo, en fin, la cosa es que la mitad de la vida se nos va decidiendo cómo es que vamos a ser identificadas, sin embargo, y cuando por fin somos lo suficientemente adultas para saber cómo es que queremos ser reconocidas, pum, viene una y se casa y entonces ya no eres más tú, si no que empiezas a ser la Señora de, y no hay lucha que valga, aunque seamos de esas liberadísimas que no se cambian el apellido ni muertas, poco a poco nuestra identidad se va diluyendo y mezclándose con una señora que no conocíamos, pero eso no es definitivo, siempre podemos ir por ahí haciendo aclaratorias y negadas a poner en papel eso del apellido de casada, pero amigas, nada, y digo nada, podrá salvarnos de convertirnos en la Mamá de! Si, y no hay pero que valga, los primeros años serán fáciles de evadir pero a medida que los hijos se van haciendo grandes, ya nunca más seremos nosotras mismas, sus amigos, sus maestras, las mamás de sus amigos, todos y hasta tú misma te reconocerán de aquí en adelante como, la Mamá de…

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