martes, 21 de agosto de 2012

RESULTADO: POSITIVO

Luego de algún tiempo de ausencia, por eso de que a las mamás nos faltan horas en el día, regreso para seguir compartiendo con ustedes mis in-experiencias en el arte de ser mamá y todo lo que eso conlleva.

Como bien lo expresa el título que decidí colocarle a mi historia, quisiera hablarles de mi experiencia en el momento en que confirmamos que efectivamente ¡estamos embarazadas! Y claro está, un poco del antes y el después.

Yo, siempre fui y quizás sigo siendo bastante tradicional e incrédula con respecto a ciertas cosas, razón por la cual por ejemplo no me gustan las comidas precocidas o listas para servir, porque me cuesta creer que una comida que fue preparada en serie y condensada en una lata, caja o bolsa, pueda saber bien, y lo mismo me pasaba con las pruebas caseras o test de embarazo que venden en la farmacia, lo fácil no siempre es confiable, así que opté por la tradicional y muy segura prueba de sangre, pero lejos de lo que yo creía no resultó ser tan simple...

En primer lugar esperé que llegara y pasara el día de mi menstruación, gracias a la naturaleza creo que es en lo único en lo que soy puntual, así que pasado ese día estaba casi segura de que estaba embarazada, pero como apenas era la primera vez que lo intentábamos no quise ser tan optimista para evitar futuras decepciones, así que me fui al laboratorio más cercano para realizarme mi prueba, y allí me encontré con el primer obstáculo.

Llego yo, con mi cara radiante y de señora casada -porque a pesar de que siempre nos ufanamos de ser liberadísimas, feministas y mujeres independientes ajenas e indiferentes a los pensamientos de los demás por lo que somos, en el fondo, muy en el fondo no nos gusta que nos juzguen de manera alguna-, así pues que me dispuse a comunicarle a la señorita que atendía que yo venía realizarme una prueba de embarazo, a lo que ella sin levantar siquiera la mirada me pregunta: ¿cuántos días de retraso tiene?, con una voz casi automática como salida de una grabadora de buzón de voz, y como afortunadamente fui más rápida que ella le hice una pregunta antes de responder: ¿por qué, eso es importante? A lo que ella monótonamente responde que sí porque debo esperar 15 días después del primer atraso, que si antes de eso no es confiable, etc., etc., etc., pero como yo no estaba dispuesta a esperar toooodo ese tiempo le dije que exactamente ese era el tiempo que tenía de retraso y que por favor me tomara la muestra, pues así fue, vino otra señorita un poco más amable me sacó la sangre, y al salir le pregunté a la primera en cuanto tiempo podía recoger los resultados y nuevamente con voz de aburrimiento me dijo que para la tarde podía recogerlos.

De más está decirles que esas horas se hicieron eternas, sobre todo porque no quería decirle a nadie y menos a mi esposo que había ido a hacerme la prueba, un poco porque no quería decepcionar a nadie pero fundamentalmente no quería decepcionarme a mí misma, así que esperé, esperé y esperé, hasta que se hizo la hora de recoger mis resultados.

Hasta ahora supongo que todas han seguido con verdadero interés la historia, para esperar el momento mágico en el que yo abriese el sobre y descubriera el resultado; pues yo también soñé con ese momento, pero aquella señorita que apenas me había mirado cuando fui en la mañana, sólo estaba esperando que yo regresara para echarme a perder mi tan esperado momento, y cuando apenas le pregunté por mis resultados, ella muy sonriente me lo entrega y me dice “FELICITACIONES”!!!!! ¡Quería asesinarla!  

Había pasado la madrugada entera, la mañana y ya parte de la tarde imaginándome corriendo para llegar a mi casa y sentada en mi cama destapando el sobre para saber por fin si iba a ser mamá! Y esta mujer desconocida, poco amable, y completamente falta del sentido de la oportunidad, echó a perder en segundos lo que me había tomado largas horas de angustiosa espera acompañadas de una incertidumbre venenosa!!

No quisiera aburrirlas contándoles cada detalle de lo que vino después, solo quiero decirles que me desquité, pues pasé toda la tarde que me quedaba, planificando cómo decírselo a mi esposo, cosa que disfruté mucho sobre todo al ver su cara que era una mezcla de terror absoluto con una felicidad que aún disfruta y que gradualmente fue adquiriendo a medida que se consumía la botella de champaña que le tenía preparada.

Pero no quisiera despedirme sin antes contarles que a pesar de toda mi experiencia y de que la segunda vez me hice la prueba en un sitio completamente distinto, la señorita también poco amable del otro laboratorio, me hizo exactamente lo mismo que aquella otra hacía 3 años atrás, así que hoy en día no descarto las pruebas caseras, disfruten su momento a solas y si les quedan dudas, hagan como yo, vayan a un laboratorio y permítanle a una desconocida que les dé la noticia más importante de sus vidas con absoluto desparpajo.

Solo me queda decirles como siempre que no estoy aquí para dar consejos, sólo quiero compartir mis aventuras y desventuras y recordarles que la última palabra es de ustedes.

Claudia

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